Siempre hemos vivido con la idea de que la Utopía no existe. Pero Tomás Moro se imaginó un mundo ideal, una comunidad pacífica e igualitaria, donde planteaba el concepto de ingreso básico universal. ¿Qué ocurriría si esto pasara en nuestra sociedad?

Recientemente, la iniciativa suiza por una «renta básica incondicional” ha sido rechazada con más de 70% de los votos. Los suizos han declinado así la propuesta por la cual el estado pagaría 2.200 euros a cada ciudadano durante toda su vida, independientemente de los benficios que produzca, sólo por existir. El Gobierno suizo se ha mostrado reacio desde el principio, opinando que el plan supondría un coste demasiado elevado y afectaría a la cohesión de la sociedad. El plan incluía sustituir total o parcialmente lo que la gente obtiene como beneficios sociales.

El argumento que ha apoyado en parte la iniciativa de Suiza es que a largo plazo los robots nos quitarán los puestos de trabajo y de alguna manera tendrémos que estar cubiertos. Los suizos han demostrado mucha originalidad a la hora de diseñar la campaña para la renta básica: con un dibujo de dimensiones gigantescas en el que preguntaban «¿Qué harías si tuvieras unos ingresos garantizados?»; con «robots» andando por las calles o entregando billetes de 10 francos en vez de folletos promocionales.

Pero, ¿qué haría la gente con este dinero?, ¿Cómo afectaría a sus vidas?

La renta básica universal, a debate

Según sus adeptos, la renta básica podría contribuir a erradicar la pobreza, reducir las desigualdades sociales, e implícitamente disminuir la crisis económica y social. Una renta básica sería un instrumento para reducir el desempleo y permitir a los ciudadanos recuperar sus beneficios sociales.

Hay numerosos estudios que muestran los beneficios que un salario gratuito tendría para la población, desde disminuir los accidentes laborales, hasta aumentar la tasa de graduaciones y dedicar más tiempo a las familias y menos al trabajo. Una conclusión obvía de estas investigaciones es que la calidad de vida mejora con creces. También se reflejaría en una mejora de la dieta de la población beneficiaria.

Otro experimento realizado pone de manifiesto que la asignación de un sueldo base contribuiría a la reducción de los trastornos emocionales en niños, además de disminuir los níveles de estrés y la tasa de delincuencia.

Una encuesta llevada a cabo en Alemania sobre qué haría la gente si ganara un sueldo básico, ilustra varias respuestas: algunas personas dijeron que lo usarían para cubrir los gastos para sus estudios, para compensar la falta de una ayuda por estar en el paro o para abrir un negocio.

Otras personas destinarían el dinero a cubrir gastos imprevistos, como facturas médicas o reparaciones de coche.

Pero siguen habiendo muchas desconocidas con respecto a la viabilidad de esta iniciativa a nivel global: ¿de dónde conseguiríamos el dinero? ¿Qué importe mensual habría que abonar a cada ciudadano? ¿Disminuiría el interés para el empleo? ¿Se gastaría la gente el dinero público en caprichos?

Hay segmentos de la población que consideran esta medida un enorme gasto público, que reduciría los incentivos a encontrar un puesto de trabajo, además de afectar el crecimiento económico y también a los flujos migratorios. Algunos países se verán en la situación de cerrar sus fronteras a los inmigrantes o de discriminar aquellos sectores de la población que no podrán acceder a una ayuda. En vez de abonar una renta básica, recomiendan hacer un mejor uso de los recursos existentes para gestionar las desigualdades y la pobreza.

Mientras, en Europa los promotores de una renta básica siguen ganando terreno: en Finlandia, con una tasa de 10% de desempleo, se instaurará en 2017 una renta mínima universal de 800 euros; en Holanda, unos 30 municipios están desarrollando desde enero de 2016 un proyecto piloto de renta básica, mientras que en Francia, los diferentes grupos de apoyo se han unido en el Movimiento Francés para una Renta Básica.