PechaKucha, noches dedicadas a proyectos emergentes

PechaKucha, noches dedicadas a proyectos emergentes

Nos situamos en Tokio en el año 2003. Dos arquitectos, Astrid Klein y Mark Dytham, se plantean cómo podrían reunir a la mayor cantidad posible de jóvenes diseñadores en un espacio experimental, de modo que todos pudieran presentar su trabajo con éxito. Y dieron con la forma, PechaKucha 20×20. Así nació el método formal de exposición que garantiza, que tanto los ponentes como el público, asistan a exposiciones dinámicas y sistemáticas de todas las ideas relevantes que los creadores creen que merece la pena compartir.

El formato consiste en que cada profesional exponga un total de 20 diapositivas y dedique 20 segundos a explicar cada una de ellas, en total 6 minutos y 40 segundos de presentación por ponente que prometen que el interés no decaiga.

¿Por qué escoger este formato? Porque este formato de exposición de duración limitada fuerza al presentador a concentrarse en el mensaje, le permite una actuación ininterrumpida, y evita el tedio y aburrimiento que suelen causar las largas presentaciones basadas en diapositivas a los asistentes.

El método, que nació en 2003 en Tokio de la mano de dos arquitectos que deseaban promocionar un espacio experimental que habían establecido, SuperDeluxe, y así atraer inversores, se ha extendido imparable a multitud de ciudades alrededor del mundo.

Lo que comenzó siendo un punto de encuentro para jóvenes emprendedores en el que pudiesen mostrar sus presentaciones en público e intercambiar opiniones, es hoy todo un fenómeno que se realiza una vez al mes en diferentes ciudades del mundo y que cuenta con cantidad de fanáticos que no se pierden una edición y esperan ansiosos la siguiente.

Los ponentes, y gran parte de la audiencia, vienen normalmente de los campos del diseño, arquitectura, fotografía y arte, aunque el fenómeno se ha extendido recientemente al mundo de los negocios y del Desarrollo de Software.

El nombre PechaKucha viene de un término japonés que podríamos traducir por cháchara o parloteo, ya que se trata de es una onomatopeya japonesa que se usa para referirse al sonido de una charla casual. El término se adapta muy bien a la idea fundamental del método: permitir compartir las presentaciones de diferentes ponentes durante una velada, manteniendo un nivel de interés y atención realmente alto, todo ello gracias al formato de las presentaciones que son muy concisas.

Cada presentador cuenta con 20 diapositivas y puede dedicar a cada una de ellas 20 segundos; tras cada presentador se hace una breve pausa y es el turno del siguiente. En total, el número de presentadores ronda los 14 por velada. El éxito del formato no es casual, se ha dado con la fórmula perfecta para presentar lo esencial de los trabajos sin tener que rellenar espacios de tiempo superfluos o sin aburrir a los oyentes con largas charlas y divagaciones.

Los que han probado el método apuntan opiniones como éstas: «Al contrario de lo que pueda parecer, te da más seguridad en tu exposición, porque no tienes tiempo de divagar ni de ponerte nervioso. Te centras en el formato y lo demás pasa a un segundo plano.” o «Preparando una presentación en formato PechaKucha se aprende, porque al poner en valor lo esencial, descartando lo superfluo, terminas por ver las cosas de otra manera.”

Desde que apareciera en 2003 el método se popularizó rápidamente y ya son centenares de ciudades las que celebran sus PechaKucha Nights. En un mundo en el que cada vez todo es más inmediato y funciona más rápido, el método ya se está implantando también en el mundo de los negocios, donde algunas empresas ya están restringiendo la duración de sus presentaciones a los 6 minutos y 40 segundos, y dejando para el final las preguntas y los diálogos a los que éstas conlleven.

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