Viernes, 26 de Abril de 2024
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Lacoste, un cocodrilo muy rentable

Lacoste, un cocodrilo muy rentable

René Lacoste creó en 1933 una prenda de ropa que revolucionó el deporte por su elegancia. Solo pronunciar su nombre es asociarlo a su “cocodrilo”. El éxito llego a una empresa que en la actualidad no es de la familia que la fundó.

Lacoste como empresa creció paralelamente al boom del deporte en el siglo XX, una ropa informal que dejó aparcados los trajes y los corsés. En sus inicios se creó para la clase alta francesa en los años 30, siendo actualmente un gigante de gran rentabilidad, contando con más de 1.200 boutiques en el mundo y 1.600 millones de euros en facturación, siendo más del 90% de fuera de Francia.

René Lacoste (1904-1996) sorprendió con su faceta empresarial, aunque era un deportista popular al haber ganado en tres ocasiones Roland Garros, dos Wimbledon y otros dos US Open. Junto a otros 3 paisanos formaron el mítico equipo francés apodado “los mosqueteros”, a él lo llamaban “el Cocodrilo”, la razón fue que el capitán del equipo francés de Copa Davis le prometió regalarle una maleta de piel de ese animal si ganaba un partido.

La respuesta a eso fue con gran sentido del humor, por lo que René salía a jugar con un cocodrilo dibujado en la camisa. René supo ver una idea, crear ropa deportiva para una sociedad que iba dejándose de formalismos. Así nació el polo Lacoste, llamado L12.12 en blanco, todo un símbolo de la moda.

Una prenda que revolucionó, no solo por su diseño, fue la primera vez que una marca se podía ver en la parte exterior. Los grandes empresarios suelen asociarse con los mejores para llevar su visión a otro nivel, cosa que hizo Lacoste al asociarse con André Gillie, un famoso empresario textil. Asociación que le dio a Lacoste la capacidad para producir diseños no solo para tenis, también para el golf, otro deporte de élite de la época. 1951 fue el año donde la marca exporta sus productos a Italia y el blanco dejó paso por vez primera a los colores.

Bernard Lacoste abrió paso a una empresa internacional

René lideró su empresa hasta 1963, cuando pasa las riendas a su hijo mayor, Bernard. Lacoste iba creciendo como marca y vendía en varios países europeos (desde 1961 en España). Lo novedoso fue que con la nueva gestión se firmaron muchos acuerdos de licencia, expandiéndose la marca por el mundo. Los colores fueron una de las grandes claves del éxito, que duró hasta su muerte en 2006, 10 años después de su padre.

El gran éxito de su gestión lo dice todo, al principio cuando tomó posesión del cargo se producían 300.000 artículos al año en 2005, 50 millones y se vendía su ropa en 100 países.

Una marca que ha trascendido el deporte

En pocos años las prendas de Lacoste se convirtieron en algo más que prendas deportivas, dando un toque de sofisticación con toque sport. Una marca de elegancia que se mueve entre lo informal y la sofisticación. Hoy el éxito es el de traspasar esa imagen a muchos productos mediante licencias: joyas, relojes, bolsos, gafas o bicicletas.

Los ‘Lacoste’ fuera de la empresa

El hijo más pequeño de René, Michel Lacoste sucedió a Bernard en 2005. Él veía a su sobrina Béryl como su sucesora, pero su propia hija Sophie tomo la delantera aliándose en 2012 con Maus Freres en el consejo de administración y destronando a su padre. Esta jugada empresarial fue una traición y Bernard dijo que los Maus habían conseguido Lacoste sin gastar un céntimo.

Su hija Sophie era actriz y en esos momentos era directora de un teatro de marionetas en la región marsellesa y según su padre no tenía competencias ni interés como para llevar la sociedad. La traición le llevó a vender su 30,3% de capital a la gente de Maus y Sophie vendió el 28% de sus acciones. Momento en el que la firma suiza tomo el control, Didier Maus presidente y el español José Luis Durán consejero delegado. Una manera amarga de terminar una historia para la familia, que ve como Lacoste sigue con su éxito, pero ya sin ellos.

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