¿Cómo diferenciar un producto estándar?

¿Cómo diferenciar un producto estándar?

Además, su precio es muy similar. Acostumbran a ser aquellos productos que usamos de una forma más habitual y general, como los menesteres para tareas básicas del día a día o determinados productos alimenticios. Entonces, en este contexto, ¿cómo puede la empresa diferenciar su producto del de la competencia? A continuación se expondrán una serie de acciones que se pueden llevar a cabo para conseguir tal objetivo.

¿Cómo conseguir diferenciar un producto estándar?

Alguna de las técnicas que se pueden realizar para conseguir diferenciar el producto propio del de la competencia son las siguientes:

  • Presentación del producto: el envase es una parte clave del total del producto que no se debe considerar como un elemento aparte o alieno a él. Es lo primero ve el cliente antes de consumir el producto, por lo que un primer impacto positivo que le llame la atención facilitará que escoja el producto de nuestra compañía antes que el de la competencia. Los colores vivos y los mensajes impactantes ayudan a reclamar la atención del cliente en un entorno donde hay muchos impactos y productos muy parecidos.
  • Reforzar una determinada imagen de marca: ante productos que son muy similares, la decisión de compra se toma por otros elementos más intangibles. Uno de ellos son los valores que transmite una determinada marca. Si el consumidor se siente representado, entonces escogerá aquella empresa que cree que mejor comprende lo que está buscando.
  • Destacar en la promoción aquel atributo preferido por el consumidor: los productos están formados por diferentes características. Ahora bien, hay una o unas pocas en especial que son las que hacen que el cliente finalmente se decida por adquirir aquello que tiene entre las manos. Este atributo es el que, de forma concreta, entiende que le soluciona su necesidad y marca su preferencia. Si la compañía es capaz de detectarlo, debe promocionarlo de una forma especial en la campaña de marketing. Aunque los otros productos también tengan este atributo, al no destacarlo, queda en una posición secundaria y dota a aquella compañía que es capaz de detectarlo de una ventaja competitiva.
  • Negociar una mejor posición en el lugar de venta: la ubicación en el lugar de venta es clave para conseguir un producto que esté situado al alcance del consumidor. En los supermercados, por ejemplo, encontramos verdaderas luchas entre las diferentes marcas para estar situadas en lugares preferentes a la vista del público objetivo del producto en cuestión. Aunque se tenga que realizar una inversión adicional, según cuál sea este importe de más, puede resultar rentable.
  • Servicio postventa: una vez se ha vendido el producto no finaliza la relación comercial. Hay que mantener el contacto con el cliente para saber si ha quedado satisfecho con la adquisición y para conocer su opinión. Puede ser que haya algún elemento que no le haya acabado de gustar o que, en el tiempo, sus preferencias varíen. Por ese motivo, es importante mantener el contacto con él y, sobretodo, estar atento a cualquier queja o sugerencia que haga llegar.
  • Canales de promoción: hay que encontrar aquellos medios donde se informa y que siguen aquellas personas que se consideran potenciales. Hay que llegar a ellos por los medios adecuados. Hay que recordar que no necesariamente un medio que llegue a más gente es el más adecuado, ya que la inversión es mayor y no segmenta el público concreto que se busca captar.
  • Captar a prescriptores reconocidos: si personas que gozan de reputación y son respectadas por el público objetivo recomiendan el producto de nuestra compañía y no el de la competencia, se consigue un efecto diferenciador inmediato. En este aspecto, hay que ir con cuidado al escoger la persona que acabará vinculado a la marca. Su comportamiento y forma de hacer puede determinar que una persona, de un día para otra, cambie su opinión sobre él y, a la vez, quede afectado el consumo del producto.
  • Ser capaces de renovar el producto ante posibles cambios: las preferencias de los clientes pueden cambiar y el atributo antes valorado puede pasar a ser secundario en un periodo corto de tiempo. La empresa debe ser capaz de apreciar estos cambios y cambiar su estrategia de marketing según estas preferencias cambiantes.
  • Poner énfasis en productos complementarios: hay productos que, para que realmente sirvan y tengan la función y utilidad esperada, se tiene que combinar con otros productos. Es decir, que sin el producto complementario no tiene el valor ni calidad que el cliente espera. Entonces, para diferenciarse de la competencia, otra opción es reforzar la imagen del producto complementario para que así también el primero que se promociona se vea también beneficiado. En este caso, el beneficio es doble, ya que se promocionan dos productos distintos a la vez y, cuando aumenta el consumo de uno, también el del otro.
  • Ofrecer el mejor trato posible: esto es posible especialmente en los servicios, más que en los productos. En aquellos casos en que se ofrezca el mismo servicio que otras muchas compañías, la clave de la diferenciación se encuentra en las personas que atienden a los clientes. Ellos son, en último término, la imagen de la empresa y las que determinarán la calidad de la experiencia de los clientes con la compañía.
  • Observar la competencia: hay que estar atento a cualquier movimiento que haga la competencia. Es imprescindible realizar un seguimiento de todas sus campañas promocionales y de sus estrategias de distribución. Evidentemente, en caso que baje el precio, responder a ello. En este caso, se corre el peligro de entrar en un guerra de precios que acabaría por mermar los márgenes tanto de la propia compañía como de la competencia.
  • Tejer una fuerza de ventas más potente y eficiente: la organización del aparato comercial es clave para poder llegar a más lugares y de forma más rápida que la competencia.

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