Es decir, qué localización será aquélla que permitirá que un mayor número de personas del público objetivo vayan hacia allí y puedan conocernos. Normalmente, el resultado de tal acción se da después de haber realizado un intenso y concienzudo estudio de mercado. A partir de las conclusiones que saquemos de esta inversión, se establecerán aquellos parámetros que nos darán la respuesta más adecuada a esta pregunta. A continuación, desgranaremos los aspectos más relevantes a considerar en esta elección.

¿Qué aspectos hay que valorar al escoger la localización del negocio?

Los puntos que hay que estudiar para tomar la decisión sobre dónde ubicar el negocio son los siguientes:

• Tamaño necesario del establecimiento: según el tipo de negocio, será necesario tener un local con unas dimensiones u otras. Se tendrán en cuenta los siguientes factores:
  • Necesidad de almacenamiento: si se trata de una actividad en la que es necesario tener un almacén muy grande o una parte expositiva importante, se precisará de un amplio espacio para poder poner todo este material. En cambio, si esta necesidad de almacenamiento es menor, se podrá optar por un espacio de menos metros cuadrados (hecho que también reduce el coste).
  • Sensación que se quiera dar: muchas veces, las personas, cuando pasean por una determinada calle, no saben en qué local entrar y toman la decisión en aquel momento. Así, por ejemplo, si quieren ir a tomar unas tapas, es probable que vayan hacia aquella calle en la cual haya una mayor presencia de este tipo de negocio. El hecho que un local esté lleno transmite la sensación que es un lugar bueno porque, si tienen tantos clientes, seguro que es porque la relación calidad-precio es muy buena. En cambio, si está más vacío, se cree que algún problema tendrá. Por lo tanto, para según qué tipo de negocios destinados a personas de poder adquisitivo medio-bajo o medio, hay que evitar locales excesivamente grandes porque entonces el consumidor puede pensar que, al haber tanto espacio vacío, no es bueno.
  • Público al que se dirige: normalmente, aquellas personas que tienen un perfil adquisitivo más alto les gusta que se les trate de una forma más personalizada y gozar de todas las comodidades posibles en el local. Por lo tanto, es adecuado que éste esté del todo acondicionado para satisfacer sus exigencias. En cambio, cuando el público es más amplio, puede ganar peso el factor anteriormente comentado y hay que vigilar con espacios excesivos.

• En qué lugares se concentra nuestro público objetivo: es un punto de evidente transcendencia. A partir del estudio de mercado, podemos ser capaces de entender cuáles son las características y atributos que más valora el público potencial de este producto y focalizar la campaña en ellos. Entonces, hay que conseguir ubicar el local en aquel lugar donde a estas personas que han mostrado una preferencia o necesidad hacia el producto puedan acceder fácilmente. El lugar debe ser reconocible y fácil de llegar para ellos, ya que lo atribuirán a un determinado entorno que les es cómodo y conocido para ellos.
• Accesibilidad: debe de ser un lugar en el cual haya una facilidad para llegar. Por ejemplo, en el caso que se encuentre en una ciudad, que tenga transporte público cerca y los menores obstáculos posibles para llegar a él. Si se trata de un polígono industrial, que éste disponga de una rápida comunicación por carretera y que haya el suficiente espacio para poder estacionar el vehículo con el que se llega allí.
• Negocios adyacentes: es importante situarse en un espacio en el que haya negocios que tengan algún tipo de relación con el de uno mismo. Hay quien tiene la sensación que, por el contrario, debe ubicarse en lugares donde no haya nada parecido para, así, ser el único. Pero puede ser un error. Si no hay ningún negocio en aquella zona puede ser, justamente, porque no hay una demanda real de ello allí. Además, en una población, la gente de aquel lugar tiene en mente determinados espacios para cada tipo de negocio, de forma que la mayoría de un mismo tema se concentran allí. Si, además, existen negocios que ofrecen productos o servicios complementarios al nuestro, entonces se puede llegar a acuerdos para recomendaciones mutuas.
• Atractivo general de la zona: el lugar tiene que ser un espacio en el cual también haya otros negocios y que la gente entienda que es un espacio con este fin. Difícilmente nadie de fuera de un barrio irá a otro a pasear si no hay un fin concreto para ello. Por lo tanto, el espacio debe de ser reconocible al respecto.
• Entorno del barrio: hay barrios que, como consecuencia de determinados hechos o de sucesos que han pasado al largo de su historia, tienen una determinada “fama”, ya sea en un sentido positivo o negativo. Es normal, por lo tanto, que la mayoría de negocios se concentren en aquellos espacios donde las opiniones en relación a seguridad, servicios o ambiente son mejores. La consecuencia de ello es que distintos barrios quedan más apartados y corren el riesgo de perder el tejido comercial que anteriormente les daba vida.

• Cumplimiento de la normativa: para cada tipo de negocio, hay que cumplir toda una serie de normativas y exigencias. Es imprescindible tenerlas en cuenta y mirarlas antes de empezar a buscar la localización, para así descartar aquellos locales que directamente no cumplan unos mínimos. Por ejemplo, en el caso de restaurantes o, en general, de cualquier negocio relacionado con la hostelería, se exigen que no se supere un aforo determinado de acuerdo con los metros cuadrados del lugar; que se cumplan una serie de medidas en términos de higiene, que haya salida de humos, salidas de emergencia… En caso de no tenerlo en cuenta, se corre el riesgo que, en caso de inspección, todas las deficiencias salgan al descubierto y haya que pagar una multa o hasta cerrar el local.