Martes, 23 de Abril de 2024
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¿Cómo analizar el balance y la cuenta de resultados?

¿Cómo analizar el balance y la cuenta de resultados?

Se trata de la base a partir de la cual se tomarán decisiones muy relacionadas con la actividad de la propia empresa, como son llevar a cabo una determinada inversión o qué fuente de financiación es la más adecuada para poder tirar adelante una operación. Para ello, hay que analizar aspectos como el endeudamiento respecto los recursos propios, qué proporción de deuda a corto plazo hay respecto la deuda total o si con los activos de la empresa es posible hacer frente a todas las deudas contraídas.

¿Cuáles son los aspectos a analizar?

Para conocer la situación financiera real de una empresa y poder realizar el análisis pertinente de las Cuentas Anuales, es importante fijarse en los siguientes aspectos:

  • Endeudamiento respecto los recursos propios: en este caso, se realiza el cociente entre el total de las deudas (tanto a corto como a largo plazo) entre la suma de las deudas más los recursos propios que dispone la empresa. Lo ideal sería que este importe se situara en unos parámetros no inferiores al 0,4-0,5. ¿Qué significaría? Que la empresa dispone prácticamente de la misma cantidad de recursos propios que deudas Por lo tanto, ante una situación de emergencia, podría hacer frente a las deudas con sus recursos propios y que, por lo tanto, se encuentra correctamente capitalizada. En caso que el valor fuera inferior a este importe, entonces sería interesante buscar socios que estuvieran decididos a invertir en la compañía para conseguir una mayor capitalización. Otra opción sería intentar pedir una quita de una deuda, pero es una opción con remotas posibilidades de darse en la realidad.
  • Endeudamiento a corto plazo respecto el total de la deuda: se trata de dividir aquella deuda que debemos sufragar en un plazo inferior a un año entre el total de la deuda. De esa forma, sabemos qué parte de la deuda total debe ser solventada en el corto plazo. Se recomienda que el valor sea inferior a 0,3, ya que significaría que, del total de la deuda, menos de un 30% debe pagarse en un plazo corto de tiempo. En caso que nos encontráramos con un importe superior, entonces sería recomendable tomar medidas al respecto. Una opción es renegociar los plazos de la deuda, de forma que una parte de lo que es a corto plazo pase a ser a largo. Puede que esta deuda sea consecuencia de una inversión los resultados de la cual no se reflejarán hasta más adelante y que, para entonces, ya se dispondrá de suficiente capacidad para devolver el importe con solvencia. Otra opción es mirar las reservas. Si la ratio anterior da un resultado por encima de lo recomendable y la cantidad de reservas que dispone la empresa es suficiente, entonces se pueden utilizar parte de ellas para pagar esta deuda a corto plazo.
  • Fondo de Maniobra: es el resultado de restar el activo corriente y el pasivo corriente. El primer importe hace referencia a la cantidad de existencias almacenadas más las deudas que los clientes tienen con la empresa y el dinero en efectivo que se dispone en caja o en el banco. Por lo tanto, es aquello que se puede convertir en líquido con más facilidad. El pasivo corriente son las deudas a corto plazo a devolver en un plazo inferior a un año. Por lo tanto, determina si tenemos suficiente líquido a corto plazo como para afrontar los pagos a corto. En caso que este importe sea negativo, la empresa corre el riesgo de entrar en suspensión de pagos. Aun así, un valor positivo de este cálculo no da una seguridad absoluta por los siguientes motivos:
  • Dificultad para vender las existencias: si el importe de existencias almacenadas es muy grande y hay pocas probabilidades de venta, entonces se dispondrá de menos líquido durante este periodo.
  • Dificultad para cobrar de los clientes: siguiendo un argumento muy parecido al anterior, debemos ver qué probabilidad hay de cobrar aquellos importes que los clientes nos deben. En caso que ésta sea baja, nos encontramos con el peligro de no disponer de suficiente líquido en el corto plazo para afrontar los pagos de deudas más urgentes.La solución a esta situación es muy parecida en el caso anterior: intentar renegociar los plazos de la deuda y así tener más tiempo para obtener el líquido necesario. Del mismo modo, la empresa debería realizar políticas expansivas de ventas para poder vender las cantidades que aún tiene guardadas e intensificar las gestiones de cobro para conseguir que aquellos clientes que no han pagado solventen sus deudas con la compañía.
  • Solvencia de la compañía: para saber si una empresa es solvente y presenta suficientes garantías de poder proseguir su actividad en el medio y largo plazo, dividimos el total del activo entre el total de sus deudas. Se recomienda que este importe se sitúe entre el 1,5 y el 2. En caso de encontrarse por debajo de uno, significaría que la empresa se ha quedado sin recursos propios y, entonces, estaría en quiebra. Por encima tampoco es excesivamente recomendable, porque entonces podría estar perdiendo oportunidades de invertir para mejorar e incrementar su actividad.
  • Rentabilidad: se calcula a partir de dividir el resultado de explotación (el beneficio antes de intereses e impuestos) y el activo. A partir de este análisis, podemos conocer la rentabilidad de la inversión; es decir, por cada cien euros que se invierten, cuál es el beneficio de la actividad en sí. Se busca que este importe sea lo más alto posible, porque significa que mayor rendimiento se está consiguiendo de los activos. En caso de ser un valor muy por debajo de lo esperado, entonces es recomendable hacer un estudio de todo el proceso productivo por si los recursos utilizados se han quedado obsoletos o no se están utilizando de la forma más rentable.

 

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