Una receta para unos Juegos Olímpicos sostenibles

Una receta para unos Juegos Olímpicos sostenibles

Natalie Vie, una deportista que pertenece al equipo estadounidense de esgrima y que ha sido campeona nacional de Estados Unidos en dos ocasiones propone sus soluciones. Aunque los Juegos Olímpicos tienen gran prestigio, pocas veces es realmente algo lucrativo. Quizás los juegos de Los Ángeles de 1984 fueron los primeros desde 1932 en producir ganancias.

Algunos países han tardado incluso años en pagar sus deudas y han sido síntomas de mala gestión económica, caso de los celebrados en Atenas en 2004. Además, en el caso brasileño, se han producido enfrentamientos sociales por los gastos excesivos y los desalojos para construir las sedes.

Un caso de éxito reside en los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992, donde la ciudad terminó con superávit y fueron unos juegos catalizadores para invertir en la infraestructura de la ciudad. La mayor parte del gasto en infraestructuras fue a parar a mejorar y actualizar estructuras que ya existían y algunas de ellas siguen dando sus frutos en una ciudad que es escenario habitual de muchos eventos deportivos internacionales.

Cuando la deportista de esgrima regresó de los Juegos Olímpicos de prueba, su novio propuso una idea innovadora: que existiese un sitio permanente para los Juegos Olímpicos. En su opinión los Juegos Olímpicos deben abandonar la idea de que circule el sitio olímpico, volviendo a las raíces, teniendo un lugar fijo.

Esta acción beneficiaría a los Juegos, pues se reducirían los costes en infraestructuras, lo que daría mayores posibilidades de rentabilidad. Al estar enfocados en mejorar infraestructuras ya existentes en vez de lanzar proyectos nuevos, se podrían mitigar los efectos ambientales que causa la construcción de los complejos, tanto de Verano como de Invierno. Esto haría que dependieran menos de las inversiones empresariales, volviendo a sus raíces originales.

Aunque una sede permanente olímpica no se considerara, sí que debería tenerse un diálogo más abierto y concreto sobre la gestión de los futuros Juegos antes de que una ciudad candidata sea seleccionada. Debería tener un compromiso por el cual ninguna familia más tendría que ser desalojada a la fuerza de su hogar.

El objetivo tiene que ser que cualquiera que sea el anfitrión no debe incurrir en una deuda inmanejable que pueda afectar de forma negativa a la economía del país donde se celebren los juegos.

Lo deseable sería que este tipo de reflexiones las hicieran los responsables del Olimpismo. La realidad es que existen demasiados intereses en organizar unos juegos, aunque realmente pocos son los beneficiados en la mayoría de los casos, pese a la dificultad, ejemplos como Los Ángeles y Barcelona, claros ejemplos que se puede organizar unos Juegos Olímpicos de manera que la influencia en la ciudad organizadora y sus habitantes sea positiva.

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