Martes, 16 de Abril de 2024
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Qué es un balance y cómo se debe interpretar

Qué es un balance y cómo se debe interpretar

En base al análisis de esos dos datos, y en combinación con el resto de documentación que la compañía debe presentar religiosamente en el registro, podréis haceros una buena idea acerca de qué tan sólida o frágil es la entidad. Vamos a ver cómo se compone un balance y cómo debe interpretarse.


Partes de un balance

Un balance se organiza de manera esquemática para que todo pueda quedar muy claro; el procedimiento es el siguiente:

Activos. Los activos son las propiedades, fuentes de ingreso y derechos (pagarés, facturas pendientes, etc.) con los que cuenta la empresa, y a su vez se dividen en activos no corrientes y en activos corrientes.

  • Activos no corrientes. Son aquellas inversiones que la empresa tiene a largo plazo (más de un año). Se dividen entre inmovilizado intangible, que son las que no tienen carácter físico (licencias de software, derechos de autor, etc.), inmovilizado material, que sí tienen carácter físico (naves industriales, locales comerciales, oficinas, maquinaria, etc.), inversiones inmobiliarias (por ejemplo una oficina comprada para revenderla en un futuro) e inversiones financieras (acciones de otras empresas, carteras de divisas o commodities, etc.).

  • Activos corrientes. Son aquellas fuentes de ingresos que presentan rotación o una vida útil inferior al año. Se dividen en tres tipos: existencias, que es la mercancía a vender; el realizable, que son las deudas que tienen los clientes, proveedores u otros con la empresa (facturar por cobrar, préstamos, adelantos, etc.); y el disponible, que es el dinero que tiene la empresa en efectivo, en cuentas bancarias o equivalentes.

Pasivos. Los pasivos son básicamente las deudas que se tienen con otras empresas, y los hay de dos tipos: los capitales permanentes y el exigible corriente.

  • Capitales permanentes. Son las deudas o restricciones a largo plazo (más de un año), y se dividen en dos variantes: el patrimonio neto, que son las reservas de dinero, el capital social, las deudas con sus propios socios, etc.; y el pasivo no corriente, que son las deudas a largo plazo (con bancos, proveedores o con otras empresas o particulares).

  • Exigible corriente o Pasivo corriente. Son las deudas que tiene la empresa a corto plazo (menos de un año). Aquí se encuentran las deudas con los proveedores, los ingresos a la Seguridad Social, las nóminas, los pequeños préstamos, etc.


Cómo interpretar un balance

Una vez vistos los datos que muestra un balance hay que saber cómo se deben interpretar, y para ello ahí van siete consejos:

  1. Los activos primero

    Como sería de esperar los activos deben ser superiores a los pasivos, pues de otra manera la empresa estará en serios problemas. Ahora bien, no así en líneas generales, pues estaría muy bien que el disponible fuera superior a todo el pasivo; en ese contexto la empresa podría saldar todas sus deudas haciendo una simple transferencia en caso de tener una caída brusca en las ventas. Vamos, que dispondría de un fondo de contingencia suficientemente acolchado.

    Eso sí, de poco sirve que se tenga el dinero líquido en las cuentas o en reservas si este no se repone, así que a la hora de evaluar la salud real de una empresa hay que fijarse en cuanto vende; es decir, en el realizable. Si este es superior a todo el pasivo significará que lo que vende la empresa es suficiente para no entrar en problemas ni tener que echar mano de la “hucha de las urgencias”.

  2. Existencias

    Puede darse la situación de que una empresa haya tenido un imprevisto muy brusco y que se haya visto en la necesidad de mover dinero destinado a las existencias para cubrir la urgencia. Y claro, como comprenderéis esto tiene un problema grande, y es que si no se dispone del capital para invertir en existencias no se tendrá qué vender, y por tanto no habrá ingresos y el pasivo atacará como un jabalí herido. Lo más probable es que esta compañía tenga que recurrir a endeudarse a largo plazo para poder solventar esta situación, lo que a su vez obligaría a potenciar las ventas para sobrepasar el incremento del pasivo. Vamos, la pescadilla que se muerde la cola.

    Por cierto, si una empresa toma dinero de la partida de existencias y a su vez está endeudada hasta los topes, no tendrá otra opción que meter a un inversor de riesgo que sanee con su capital la sociedad; a cambio de una participación, claro. También estaría la opción de hacer una gran reunificación de deudas; pero claro, a ver qué banco se atreve a meter mano en esas condiciones.

  3. Patrimonio neto

    El pasivo no necesariamente tiene que ser “malo”, pues dependiendo de su estructura puede hablar mucho de los gestores. Con esto quiero decir que cuanto mayor sea el porcentaje del patrimonio neto dentro del pasivo mejor; y por la sencilla razón de que indicaría que hay reservas para contingencias, fondos destinados a inversiones, o en el peor de los casos deudas con los propios socios, que es más sano que tenerlas con personas o entidades ajenas.

  4. Estado del sector

    Si no tenéis mucho que ver con el sector de la empresa analizada y hay ciertos datos que veis extraños, podría no ser algo negativo, sino una simple costumbre o seguridad adquirida por las compañías del sector. Para comprobarlo lo mejor que podéis hacer es determinar qué empresas son las mayores competidoras y analizar sus balances, para lo cual podréis recurrir al servicio de cuentas anuales de Infocif; un práctico sistema mediante el cual, con un par de clics, podréis acceder a las cuentas anuales de las empresas españolas.

  5. Deudas a corto plazo

    Debéis poner mucho ojo sobre las deudas a corto plazo, pues estas son las que tienen mayores posibilidades de debilitar el aparato financiero y de producción. Deberían concentrarse básicamente en los compromisos aduiridos con proveedores; es decir, deudas que tienen una implicación directa con la producción, y por tanto con el progreso de la empresa. Si os encontráis con un número elevado de deudas a corto plazo con entidades financieras dudad mucho de la viabilidad de la empresa o de los gestores de la misma, pues podría darse el caso de que estuvieran soportando la tesorería de la empresa a base de pedir dinero prestado por aquí y por allá. Se entendería en un caso puntual, pero no como algo cotidiano.

    De igual manera prestad atención a los pagos que haya podido haber a la Seguridad Social o entidades públicas, pues podrían aparecer por ahí posibles sanciones que tendrían un trasfondo preocupante.

  6. Competencia

    Sería interesante que os fijarais en las obligaciones contraídas con según qué socios, pues podría darse el caso de que en el capital estuviese metida una empresa de la competencia a la que se le debiera dinero por una u otra razón; y si bien más arriba os decía que las deudas con los socios son más sanas que las existentes con entidades bancarias o financieras, esta sería una excepción muy a tener en cuenta.

  7. Profesionales

    Y finalmente, si no sois profesionales de la materia y estáis analizando una empresa para invertir, consultad con un contable o un economista; nadie mejor para deciros al detalle en qué situación se encuentra la sociedad en cuestión.

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