¿Es Bielorrusia una dictadura que funciona?

¿Es Bielorrusia una dictadura que funciona?

Aleksandr Lukashenko llegó al poder de Bielorrusia hace más de dos décadas, en las que fueron las primeras y últimas elecciones democráticas que ha tenido el país. Cuando llegó al poder fue objeto de burlas por parte de sus rivales por haber dirigido una granja de cerdos y hablar ese acento de pueblo que tienen las provincias orientales del país. Su osadía y popularidad, además de la ambición del novato le hicieron triunfar y con 39 años fue nombrado presidente.

Un país que lo conduce un auténtico «equilibrista» en el plano político

En la actualidad, Bielorrusia sin hacer el ruido de Corea del Norte o Cuba, sigue en sus trece. Algunos analistas dicen que es la dictadura perfecta, pero lo más sensato sería decir que funciona bien. Los bielorrusos no han vivido nunca mejor que ahora y no están por los cambios. El desempleo es del 1%, el quinto más bajo del mundo y los bielorrusos ingresan 400 euros al mes de media, mismo sueldo que los rumanos, más alto que los búlgaros y el doble que los ucranianos.

En la limpia capital, Minsk se ve el carácter de su líder y de sus ciudadanos, que prefieren el orden antes que el desarrollo. El éxito de esta dictadura es el talento, un líder carismático y con un buen instinto político que no cede ni un ápice en luchar por su poder político. Un buen testimonio es la “Vertical” que es la cadena de mando que empieza en el presidente Lukashenko y llega a toda la Administración Pública, incluidos 7 de cada 10 empleados que dependen de manera directa del sector estatal.

En el Parlamento no existe ningún opositor y la sociedad civil vive en pequeñas trabas burocráticas que forman todas ellas un entramado que funciona a la perfección. El pueblo bielorruso en general da más valor al orden y a que el país tenga estabilidad (algo que se puede entender a la vista de cómo están países de su órbita) que el desarrollo. En el país no existen prácticamente manifestaciones de más de medio millar de personas.

Rusia es un gran aliado del que recibe cerca del 20% del PIB, lo que facilita las cosas a Lukashenko. La crisis de Ucrania ha servido para reforzar la propaganda del gobierno, que equipara a la democracia parlamentaria con el caos y a la dictadura con la paz y la estabilidad.

A pesar de esta relación tan estrecha con Rusia, Lukashenko se mantiene en un clásico equilibrio entre la UE y Rusia, lo que hace posible que pueda lograr inversiones y préstamos en uno y otro lado, lo que le ayuda a mantener el poder.

Aunque no tan rebelde como aquella Rumanía de Ceauçescu, Bielorrusia mantiene ciertas decisiones independientes que le reportan beneficios. Un caso claro lo podemos ver en que por ejemplo Bielorrusia no se sumó al veto de Rusia a las mercancías de occidente, lo que hace que se puedan ver amplios surtidos de alimentos que la administración Putin tiene vetados.

La administración bielorrusa en público nunca admitirá que la crisis de Ucrania le ha beneficiado a Bielorrusia, ya que la industria bélica rusa ha solicitado pedidos al país que antes solían enviarse a Ucrania. Esto ha beneficiado a sectores de alta tecnología, óptica, cálculo, laser o radio.

Podríamos decir que el poder en cuanto a alta tecnología que tuvo Bielorrusia en época soviética emerge de nuevo e incluso podemos ver como juegos de ordenador y aplicaciones de móvil tienen su origen en este país.

Nunca se sabe, pero por el momento parece que Bielorrusia no va a cambiar y se encuentra muy bien haciendo equilibrios entre Rusia y la UE.

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