Jueves, 18 de Abril de 2024
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¿Cómo afecta la presión fiscal a un sector?

¿Cómo afecta la presión fiscal a un sector?

Es decir, si se trata de un país estable desde un punto de vista institucional y si los organismos relacionados con la Administración funcionan correctamente. Del mismo modo, otro de los aspectos que condicionan la ubicación de una compañía en un lugar u otro es todo aquello relacionado con la política fiscal del lugar. En teoría, a menos presión fiscal, más atractivo es un país desde un punto de vista empresarial para invertir. Ahora bien, hay que compaginar dos necesidades:

  • Atracción empresarial: todo país quiere que en su territorio haya la mayor actividad empresarial posible. Ello repercute de forma positiva en la población, ya que se genera empleo y riqueza, tanto de forma directa como indirecta. Por lo tanto, las autoridades intentar realizar aquellas acciones necesarias para que en su territorio se establezcan cuantas más compañías mejor, especialmente si se tratan de alto valor añadido que, además, pueden generar una ocupación de calidad.
  • Necesidad de cubrir determinados servicios públicos a la población: por otro lado, también es necesario establecer una fiscalidad tal que permita a la Administración Pública cubrir las necesidades de la población en relación a servicios básicos como la educación, la sanidad, transporte… Además, también es mediante impuestos que se financian infraestructuras de todo tipo que son necesarias también para atraer la actividad empresarial al territorio. Por lo tanto, hay que saber encontrar el equilibrio entre estas circunstancias. En ese sentido, también, hay que establecer aquellas líneas prioritarias de actuación y gobierno para invertir los recursos públicos (que hay que recordar que son el resultado del esfuerzo y trabajo de las personas y tejido empresarial del país) en aquellos aspectos que realmente repercutirán en una competitividad real.

¿A menos impuestos, más atractivo?

No necesariamente el nivel de atracción de un país para invertir depende solamente del nivel impositivo. Hay otros aspectos importantes a considerar, que serían los siguientes:

  • Infraestructuras: el país debe contar con todas aquellas infraestructuras que necesita la empresa para poder desarrollar su actividad con normalidad. Por ejemplo, son básicas las conexiones mediante transporte entre los polígonos industriales, unas buenas comunicaciones dentro de la misma ciudad, un aeropuerto conectado con las grandes destinaciones internacionales, una salida de mercancías desde un puerto con capacidad suficiente para almacenar grandes cantidades de material procedentes del exterior…
  • Estabilidad normativa: las empresas son poco amigas que, en plena actividad, haya cambios legislativos que provoquen algún tipo de desviación respecto la actividad que habían previsto. Por ese motivo, valoran que los cambios legislativos consecuencias de cambios de gobierno o de contexto económico no afecten a su sector de una forma substancial.
  • Nivel formativo de la población: se trata de un aspecto que será más o menos valorado según el tipo de empresa que se establezca en el lugar. En aquellos sectores de alto valor añadido, en los cuales se precisan de unos conocimientos muy específicos para la actividad, sí que será un factor a tener en cuenta. A cambio, se las tareas son más rutinarias o no tan concretas y de valor, entonces hasta se prefiere esquivar los lugares donde la formación es más alta.
  • Seguridad: dentro de la estabilidad que desean, el hecho que no corra peligro la integridad física de la gente que la compone o los elementos y recursos del propio local o establecimiento.

¿Es posible facilitar ventajas fiscales a un sector?

Para evitar la competencia desleal entre empresas, hay normativas que impiden que un Estado ayude de forma directa o indirecta a un sector. Hay que tener en cuenta que, hoy en día, el mercado es global, y que la competencia se da entre empresas de distintos países, que pueden hacer llegar sus productos a cualquier parte del mundo de una forma mucho más rápida y eficiente que antaño. Por lo tanto, sería injusto y un quebranto a la libre competencia que hubiera estas prácticas de ayuda. Igualmente, en algunos casos, nos encontramos ante situaciones que sí suponen una ayuda a un sector en concreto, como:

  • Rebajas fiscales a empresas bajo determinadas condiciones: con el pretexto de fomentar la actividad del país o estimular la economía, de realizan bonificaciones fiscales a empresas de un sector. Por lo tanto, gracias a tener un mayor margen de maniobra, entonces tendrán una ventaja competitiva respecto a las empresas de otros países que no tengan estas facilidades. Por lo tanto, se trata de una competencia desleal que, en caso de ser denunciada, puede acarrear en importantes sanciones.
  • Barreras de entrada: siguiendo la línea fiscal comentada, consiste en poner un determinado impuesto o cupo a la entrada de productos del exterior. Ello los encarece y, por lo tanto, permite a las empresas del país, menos competitivas, poder ofrecer los productos allí. Se trata de una medida proteccionista que no puede ser aceptada desde una órbita de libre competencia. Igualmente, mientras hay esta restricción, esta fiscalidad ayuda a las empresas del país a conseguir una mayor cuota de mercado y reconocimiento de marca.
  • Apoyo al exterior: es normal que empresarios acompañen a mandatarios en sus viajes para promocionar los productos del país. En ese caso, los perjudicados son todos aquéllos que no han podido formar parte de la expedición.
  • Financiación en condiciones ventajosas: distintos institutos oficiales de crédito pueden ofrecer líneas de financiación a condiciones ventajosas para facilitar determinadas inversiones.

¿Afecta, pues, la presión fiscal a un sector?

La respuesta a esta pregunta es obvia: sí. A tipos impositivos más altos, menor es el margen y menos capacidad tienen las empresas para poder invertir e incrementar su actividad. Además, existe otro aspecto de tipo “psicológico”. El hecho de aumentar el IVA puede generar la sensación u opinión que el aumento en el precio es mucho mayor del que finalmente es. Ello provoca que, directamente, se decida consumir otro tipo de producto, cuando realmente el aumento en, por ejemplo, el precio de la entrada de un espectáculo, para el público, puede ser relativamente pequeño (por ejemplo, dos euros).

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